De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos.
(Job 42:5)
Si sucediera hoy, probablemente la historia de Job saldría en los titulares de todos los periódicos, los noticiarios y las redes sociales conocidas. "Hombre pierde de una vez a sus 10 hijos, sus bienes, su patrimonio y cae enfermo...". Realmente, no logramos imaginar el inmenso dolor que sentía en su corazón.
Si miramos todo el libro de Job encontraremos un largo diálogo entre Job y sus amigos y al final, uno entre Job y Dios. Las palabras de Job no suenan siempre tranquilas, mucho menos después de ser acusado por sus propios amigos de haber cometido maldad por la que recibió esa gran tragedia. Job no comprendía el porqué de su dolor. Pero Dios no condenó su ira ni sus cuestionamientos. A diferencia de nosotros, Dios habla y nos deja hablar.
Él no se resiente con nuestras palabras, sino que nos ayuda a conocerlo mejor. En este versículo vemos que Job pudo conocer a Dios más de cerca después de pasar lo que pasó. Dios le recordó que sus caminos no son siempre comprensibles. Dios no nos explica siempre la razón por la que acontecen cosas malas a personas buenas. Todo lo que debes recordar es que él es el Creador todopoderoso, sustentador de todo y de todos. ¡Confía en el Señor!
Ora y pide la ayuda del Señor para que logres conocerlo mejor a través de las adversidades.
Permite que Dios te hable a través de su Palabra - lee más, estudia, medita y practícala.
Desea confiar en Dios, aunque no entiendas todo lo que él hace.
Sé sincero con Dios, ora, clama y profundiza tu relación con él.
Para orar:
Señor mi Dios, a ti te entrego todas mis aflicciones y dificultades. Ayúdame a no intentar entender todo lo que me acontece, sino que pueda aquietar mi corazón y confiar en ti. Que las experiencias de la vida, sean buenas o malas, todas me conduzcan a acercarme más a ti. Ayúdame a conocerte mejor, no solo de oídas, mas porque ando contigo. En el nombre de Jesús, amén.